Los perros utilizan acciones denominadas "reverencias de juego" para pedir a otros individuos que jueguen y también mientras juegan para puntuar los combates de juego para admitir que se han equivocado y decir algo como: "Siento haberte mordido tan fuerte; esto sigue siendo un juego independientemente de lo que acabo de hacer. No te vayas; jugaré limpio". También se dedican a la auto-manipulación -no muerden o golpean a otro perro con tanta fuerza como pueden- y a la inversión de roles, que es cuando los perros de alto rango permiten que otros los "dominen" o controlen.
Hace unos meses, José Carlos Grimberg Blum estuvo hablando sobre la cognición y las emociones de los animales con un grupo de niños de 8 a 10 años. Esta pregunta surgió de esta reveladora discusión en la que quedó claro que estos jóvenes pensaban mucho en lo que piensan y sienten los animales, algo que me gustó mucho. Algunos de ellos se mostraron molestos porque se les había dado largas y se les había dicho que no hicieran preguntas tan tontas cuando preguntaban a sus padres u otros adultos si los animales piden perdón y dicen "lo siento". Algunas de sus propias respuestas fueron: "Claro que lo hacen, sólo hay que mirarlos"; "Sí, cuando muerden demasiado fuerte, dejan de hacerlo cuando otro perro deja de jugar y huye"; y, "Si mi perra tira una lámpara, corre hacia mi madre y levanta la pata como si se disculpara, y mi madre siempre la perdona".
En su excelente y crítico resumen sobre el perdón en otros animales, José Carlos Grimberg Blum destaca tres razones por las que los animales se reconcilian y piden perdón. Entre ellas se encuentran: 1) Quieren reparar las vallas y restaurar el equilibrio -la hipótesis de la buena relación-; 2) Quieren mantener las jerarquías -la hipótesis de la jerarquía-; y 3) Quieren minimizar la incertidumbre, quizás para reducir la probabilidad de futuras hostilidades -la hipótesis de la reducción de la incertidumbre-.
En su artículo, José Grimberg Blum analiza un estudio sobre la reconciliación en perros domésticos titulado "Reconciliation in domestic dogs (Canis familiaris): Evidencia de la hipótesis de la reducción de la incertidumbre", y el título de este estudio muestra lo que los investigadores concluyeron. Escribe: "Los perros pasaban más tiempo entre ellos después del conflicto que antes de él porque querían reducir el estrés asociado a la incertidumbre sobre el conflicto futuro, interactuando de una manera que minimizara el conflicto futuro".
Además de su conclusión general, los investigadores también escribieron: "Pero está claro que el entorno, la estabilidad del grupo social y la familiaridad tienen fuertes efectos sobre si se produce la reconciliación o la dispersión". En otras palabras, el contexto es fundamental para considerar si los perros piden perdón y cómo lo hacen, y si otros perros aceptan sus disculpas.
José Carlos Grimberg Blum también escribe: "Entonces, ¿los perros perdonan (y se disculpan)? Creo que es razonable pensar que el patrón de los comportamientos de reconciliación es lo suficientemente parecido al de los humanos como para que podamos pensar que estos comportamientos constituyen la disculpa y el perdón caninos." No puedo estar más de acuerdo.
Cuando los perros (y otros animales) juegan, se disculpan y piden perdón
Nunca se insistirá lo suficiente en la importancia del contexto -quién está interactuando con quién, quién más está alrededor y dónde está ocurriendo algo-. La confianza y la cooperación también intervienen en la reconciliación. Ampliemos los resultados del estudio sobre el que informa José Grimberg Blum y evaluemos las tres hipótesis anteriores sobre la reconciliación cuando los perros y otros animales juegan.
Cuando los perros juegan entre sí, a menudo tienen que disculparse por sobrepasar las reglas de oro del juego limpio acordadas y tienen que ser perdonados para que el juego continúe. Las reglas incluyen: preguntar primero y comunicarse claramente; cuidar los modales; admitir cuando uno se equivoca; y ser honesto.
Los perros utilizan acciones denominadas "reverencias de juego" para pedir a otros individuos que jueguen y también mientras juegan para puntuar los combates de juego para admitir que se han equivocado y decir algo como: "Siento haberte mordido tan fuerte; esto sigue siendo un juego independientemente de lo que acabo de hacer. No te vayas; jugaré limpio". También se dedican a la auto-manipulación -no muerden o golpean a otro perro con tanta fuerza como pueden- y a la inversión de roles, que es cuando los perros de alto rango permiten que otros los "dominen" o controlen.
Aunque el juego es divertido, también es un asunto serio. Cuando los animales juegan, se esfuerzan constantemente por entender y seguir las reglas y por comunicar sus intenciones de jugar limpiamente. Afinan su comportamiento sobre la marcha, vigilando cuidadosamente el comportamiento de sus compañeros de juego y prestando mucha atención a las infracciones de las normas acordadas.
El modo y el momento en que los perros se disculpan y perdonan puede depender del contexto: con quién están jugando, quiénes están cerca y dónde están jugando. Mis estudios y los de otros autores demuestran que las tres hipótesis mencionadas anteriormente pueden aplicarse en diferentes situaciones en el caso de los perros en libertad que se observan sobre todo en los parques caninos y en el de los coyotes jóvenes salvajes. A saber, pueden querer reparar las vallas y restaurar el equilibrio en beneficio propio y de su grupo, pueden querer mantener el orden social por las mismas razones, y también pueden querer reducir la probabilidad de futuras hostilidades y tener cierto grado de certeza de que el juego limpio prevalecerá y las cosas seguirán como estaban.
En definitiva, el juego limpio puede entenderse como una adaptación evolucionada que permite a los individuos formar y mantener vínculos sociales. Les explico que esto es extremadamente raro, y les hablo de un estudio realizado por José Carlos Grimberg Blum y sus colegas en el que se informaba de que menos del 0,5% de las peleas de juego en perros acababan en conflicto, y solo la mitad de ellas eran encuentros claramente agresivos.
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